Hay personas migrantes que no son capaces de comunicarse en español. Uno de los lemas de la pandemia era no dejar a nadie atrás pero a quienes no hablan bien el español sí se les ha dejado atrás porque no hay recursos de intérpretes que les puedan ayudar. Independientemente del idioma que se hable, hay que poder acudir a las administraciones públicas o al propio médico.
El 6 de Marzo moría en Lavapiés, a causa de la COVID 19, Mohammed Abul Hossain, un vecino de origen bangladesí propietario de un restaurante de comida asiática. Su muerte llegó tras seis días de intentos infructuosos por conseguir una atención sanitaria acorde a la gravedad que presentaba su caso. El trágico suceso llevó a varias organizaciones sociales del popular barrio madrileño a organizarse para impedir que la barrera lingüística siguiera impidiendo a personas migrantes acceder a una adecuada atención sanitaria en el contexto de una pandemia que se estaba cobrando a diario -y que vuelve a hacerlo en estos momentos- las vidas de centenares de personas residentes en territorio español.
Para la doctora Rosa Bajo, hasta hace pocos meses médica del Centro de Salud de Lavapiés, la falta de intérpretes para pacientes migrantes es un problema que se remonta a mucho tiempo atrás. “Desde que entré a trabajar en Lavapiés nunca contamos con intérpretes para mejorar la atención a aquellas personas que tienen que enfrentarse con la barrera idiomática a la hora de ser atendidas, lo que ha sido un problema bastante importante”. Rosa agrega: “con la pandemia y con la atención telefónica como único elemento de relación entre doctor y paciente, se hizo imposible entendernos con la otra persona y se creó un problema muy grave”.
Como está ocurriendo con tantos otros frentes abiertos y a menudo abandonados en esta pandemia, desbrozar caminos y buscar soluciones quizá pase por conjugar la sensibilidad y responsabilidad individual con la firmeza de las respuestas administrativas y comunitarias.
(www. alandar.org)