A favor de la tolerancia está el respeto
que debemos a todas las demás personas sea cual sea su procedencia, su clase social e incluso sus estudios y conocimientos, y que a nuestra vez debemos ser objeto por parte de las demás de ese respeto.
Y en contra están el orgullo y el complejo de superioridad que pueden inducir a creer que nuestras creencias, nuestras ideas, nuestra cultura son superiores y más dignas de ser tenidas en cuenta que las de aquellas personas que no son de nuestro entorno social o cultural.
Nos viene muy bien ser humildes.
“Cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán. Me basta con saber que es un ser humano.”